Potenciada especialmente tras la Guerra del Golfo, esta energía es una de las energías renovables más preciadas por ser una fuente inagotable, frente a los combustibles fósiles (petróleo).
Se genera energía eléctrica directamente a partir de la luz del sol, sin requerir ningún tipo de combustión, evitando polución térmica o emisiones de CO₂, ambas favorecedoras del efecto invernadero.
El principal elemento de las células solares es el silicio, del que se requiere una cantidad no significativa, y a su vez éste proviene de la arena, que se encuentra de forma abundante.
No produce vertidos ni elementos contaminantes, no tiene incidencia sobre el suelo (características fisicoquímicas), no erosiona, no altera aguas superficiales ni acuíferos, tiene una nula repercusión sobre la vegetación y en los animales (elimina tendido eléctrico, lo cual beneficia a las aves especialmente).
En cuanto a la población, la energía solar fotovoltaica no emite ruido, supone una clara ventaja frente a los generadores de electricidad necesarios en zonas rurales o aisladas de la red eléctrica.
La necesidad de suelo para instalaciones de sistema fotovoltaicos es de dimensión media y en cualquier caso no supone un impacto relevante, además de que pueden instalarse en tejados de edificios y viviendas, reduciendo aún más la ocupación superficial. Son fácilmente integrables en los entornos con viviendas, por lo que se minimiza su impacto visual.
Por último, los sistemas de energía solar fotovoltaica son fáciles de instalar y aportan un ahorro económico desde el primer día.
El cálculo de superficie de paneles solares y de baterías solares debe realizarse por profesionales para garantizar tanto la correcta instalación como la dimensión óptima en cada caso.