Las placas monocristalinas se reconocen rápidamente por su color negro y uniforme, con las células solares recortadas con unos ángulos de 45º en sus extremos.
Este tipo de placas son las primeras que se inventaron y fabricaron y, por tanto, tienen una historia de evolución tecnológica de más de 50 años, su proceso de diseño y fabricación es muy maduro y, por tanto, muy cuidadoso y estable. Esto radica en un producto de mucha calidad que se manifiesta en un alto rendimiento. Es decir, por los mismos metros cuadrados de placas solares, las monocristalinas consiguen captar más energía que las policristalinas.
A cambio de esta eficiencia, las monocristalinas tienen una fabricación costosa, tanto por la pureza de su material de silicio que se utiliza para fabricarlas, como por el mismo proceso de fabricación.